Corrientes estéticas como el conceptualismo, en su énfasis de la idea sobre la materialidad de la obra, apuntan a la desmaterialización. Así, esta pueden rastrearse en obras como Una milla de hilo, realizada por Marcel Duchamp en Nueva York, en 1942, para la exposición First Papers of Surrealism, comisariada por él mismo y por André Breton, con motivo de la llegada de varios artistas ligadas a este movimiento que escapaban de la guerra en Europa. La obra consistía en una instalación de hilos que envolvían y atravesaban el espacio como telarañas, impidiendo de hecho el paso del público y que este pudiera contemplar el resto de las piezas expuestas. También, por ejemplo, en Aire de París, una ampolla de vidrio de farmacia repleta de nada, es decir, de “aire de París”, regalada por Duchamp a Walter Arensberg a manera de un ready-made.