Mecanismos y combinatorias: constricción y aleatoriedad

Los juegos combinatorios con letras y palabras, utilizados por la literatura desde la antigüedad, podían entenderse de dos diferentes maneras: o bien como formas de criptografía, cuyo origen tuvo sin duda lugar en escrituras sagradas (y para leer las cuales hacía falta estar iniciado y poseer un código de acceso al texto), o bien como simples divertimentos formales más o menos virtuosos según los casos. Las combinatorias se realizaban de acuerdo a dos principios básicos: las producidas por algoritmos predeterminados y las producidas por el azar.

En anagramas, lipogramas, artificios “pangramáticos”, “versos de cabo roto” o cualquier otra posibilidad de recombinación de letras, palabras o frases, el valor referencial es aniquilado en provecho del “solo juego estructural del valor”. Se suprimen así los referenciales de producción, significación, efecto, sustancia, historia y prevalece en cambio el otro estadio de la relatividad, la conmutación y la combinatoria. La idea de cortar la palabra en pedazos para recombinarla se presenta como metáfora de un acto sacrificial en el cual un sacerdote desmiembra a su víctima. A través del desmembramiento anagramático de un nombre, el escritor juega con el lenguaje e imita simbólicamente un acto mágico. Los lingüistas han señalado como el anagrama poético salta por encima de las dos leyes fundamentales de la palabra humana, proclamadas por Saussure: la del vínculo codificado entre el significado y el significante y la de la linealidad de los significantes.

Por su parte, muchas poéticas que utilizaron al azar y lo aleatorio en sus producciones consideraban a este no sólo como un elemento que podía provocar disturbios en una estructura más o menos estable sino como un elemento que ponía de relieve la imposibilidad del ser humano de controlar todas las variables de un sistema o, incluso, la imposibilidad misma de conocer la totalidad de una estructura. El azar, además, proporcionaba una excelente posibilidad para aquellos que buscaban escapar del control autorial y soñaban con una escritura liberada de su autor.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *