La voluntad de alcanzar el “absoluto” lleva a Mallarmé a minar el sentido convencional de las palabras. Enfrentando la propia imposibilidad del lenguaje de dar cuenta de este Absoluto, el poeta recurre, en cambio, a la voz del silencio. Para Mallarmé, sólo el silencio habla. Es así cómo en el Coup de dés vemos al espacio blanco de la página cobrar significación y afectar a las palabras impresas que son circundadas por el mismo al punto de amenazarlas con borrarlas o tragarlas.
Los blancos, del Coup de dés no son meros espacios muertos entre las palabras impresas sino materialidades significativas que determinan la posición, composición y relaciones entre las mismas.