El juego del go tiene su origen en el Tibet, hace unos 3000. Se cuenta que cierta vez, estando en guerra dos reyes del lugar decidieron el futuro del territorio mediante una partida de Go para evitar el derramamiento de sangre que ocasionaría una batalla. Durante la Edad Media, el juego pasó al Japón. Allí, era estudiado por los guerreros japoneses y cada familia se pasaba sus propias técnicas de generación en generación de la misma manera que se pasaban las técnicas de la fabricación de espadas o el código de los samurais. El Go fue descubierto para Occidente recién durante la ocupación norteamerticana al Japón en la Segunda Guerra Mundial. En este juego, dos jugadores se enfrentan: uno con 181 piedras negras y otro con 181 piedras blancas. Cada uno, por turno, irá ubicando sus piedras en un tablero de 19 x 19 casilleros por lado, el Go-ban. El objetivo del juego es el de abarcar la mayor cantidad posible de espacio sobre el tablero con el menor número de piezas.
El Go es un juego que se presta a múltiples alegorías y metáforas. Su tablero se asocia a la cartografía de las estrellas. El centro del tablero es el centro del universo y las piedras blancas y negras representan el flujo del día y la noche. Si bien un novato podría tomar al juego del Go como un juego de azar, la verdadera naturaleza del mismo viene con la experiencia. El jugador experimentado comprende la manera en que esas pequeñas piedras se conectan con los grandes poderes del cosmos. El Go trata sobre el territorio, la influencia, el poder, el control pero sobre todo, trata sobre el equilibrio.