Un libro de cocina tiene algo de grimorio. También tiene algo de manual de instrucciones y de collage de recetas. Hay escritores que hablan de “la cocina de la escritura”, en referencia a fórmulas y técnicas para escribir. Hay también escritores que escriben y artistas que escriben libros de cocina. Filippo Tommaso Marinetti escribió, junto a la serie de Manifiestos Futuristas, un curioso texto, el Manifesto della Cucina Futurista. El mismo se publicó en la Gazetta del Popolo de Turín, en 1930 y en el diario Comoedia de París, pocos meses después. En él, arrogaba por la abolición de la “pasta” como comida nacional italiana. Según su criterio, la misma producía pesimismo, nostalgia y adormecimiento. Para él, ser “antipasta” era ser “antipassatista”, es decir, estar en contra del pasado. En su texto, Marinetti mezcla datos científicos con poesía. Aquí mezclaba la teoría con la posibilidad de producir un cambio concreto en la vida cotidiana del pueblo italiano. Dos años después publica el libro La cucina futurista, redactado en el típico estilo de movimiento e incluyendo recetas reales. Según su creencia, la ciencia moderna permitiría reemplazar la comida por pastillas y píldoras compuestas por grasas sintéticas y vitaminas. La producción de alimentos se tecnologizaría por completo permitiendo que el hombre se liberara del trabajo tanto de la producción como de la cocina. Así, la comida se convertiría en un hecho puramente estético.