En La vuelta al día en ochenta mundos, Julio Cortázar menciona una máquina para leer su novela Rayuela, supuestamente diseñada por un miembro del Instituto de Altos Estudios Patafísicos de Buenos Aires. Cortázar presenta una serie de diagramas, proyectos y diseños para la misma, consistente en una suerte de mueble plagado de gavetas junto con una lista de instrucciones de uso.