Stéphane Mallarmé había planeado escribir un “libro total” que permitiría al mismo universo aparecer allí representado. Si bien nunca escribió este libro, escribió en cambio una cantidad de notas acerca de cómo concebía este texto. Muchas de estas notas fueron quemadas de acuerdo a su voluntad luego de su muerte. Uno de los cuadernos, sin embargo, fue conservado y publicado en un libro titulado El libro de Mallarmé. Mallarmé se concentra aquí en la forma que debía tener este “libro total”: las páginas debían estar sueltas y no numeradas de manera que cada vez que se leyera el texto el mismo adoptaría una forma distinta. Incluso, variaría igualmente el número de páginas al poder optarse por aquellas que se deseaba leer y aquellas que no. También serían intercambiables en anverso y reverso de las hojas de manera que no estaría predeterminada la dirección de lectura. Nunca habría pues un libro original. Este variaría con cada lectura, siempre sería un libro otro.