Ferdinand de Saussure comparaba al juego de la lengua con el juego de ajedrez. En ambos nos encontramos frente a la presencia de un sistema de valores y de operaciones que llevan a cabo modificaciones en la ubicación de las piezas. El valor respectivo de cada pieza depende de su posición en el tablero de la misma forma en que en la lengua cada término tiene un valor por su oposición con todos los otros términos. El sistema nunca es más que momentáneo: varía de posición en posición. Para pasar de una posición a otra, basta mover una sola de las piezas. La movida de cada pieza tendrá repercusión en todo el sistema.