Se ha sostenido que el ajedrez es una suerte de ordenador medieval o, en todo caso, un modelo mágico del mundo en el cual se enfrentaban dos fuerzas rivales (la de la luz y la oscuridad). El tablero aparece como figura del mundo visible, atravesado por espacios de luz y sombra representados por los casilleros blancos y negros. La superficie refiere a la superficie de la tierra o del cielo. Jacob Burkhardt, por ejemplo, se refería al tablero como a un campo de batalla de las fuerzas cósmicas. Sobre la superficie se da, cada vez que el juego comienza, una diferente combinación del azar, de las posibilidades, se dramatizará allí el esfuerzo por dominar lo irracional del destino sojuzgándolo en una estructura dada previamente por las reglas del juego.