En El castillo de los destinos cruzados, Italo Calvino remite a la idea de que cada tirada de cartas constituye una narración a partir de la cual puede leerse el destino de los personajes. En este caso, tal como indica en el prólogo, Calvino utiliza para la construcción de su relato una baraja de tarot miniada por Bonifacio Bembo para los duques de Milán hacia mediados del s XV, la cual aparece reproducida en su libro. Para el caso de la segunda parte del mismo, titulada La taberna de los destinos cruzados, utilizará en cambio una baraja de tarot de Marsella. “La idea de usar las cartas de Tarot como una máquina narrativa combinatoria me la dio Paolo Fabbri, quien en un seminario de 1968 sobre las estructuras del relato presentó una ponencia sobre “el relato de la cartomancia y el lenguaje de los emblemas.”, indica Calvino, “El significado de cada carta depende del lugar que ocupa en la sucesión de cartas que le preceden y la siguen. Cartas reunidas al azar producen una historia en la cual se puede reconocer un sentido. Como un crucigrama hecho con figuras y no con letras.”
En este libro, los personajes, que han sido privados del habla, se comunican únicamente mediante las cartas de la baraja. El texto va describiendo las vidas y aventuras de estos a partir de las imágenes que sirven aquí como generadoras de los diferentes textos de ficción.