En Through the looking glass (1871), Lewis Carroll planteó un juego anotado de ajedrez como base de la estructura del libro. En el prefacio, Carroll nos dice que Alicia figura como un peón blanco aunque no sea consciente de su papel en un principio. Será recién después de hablar con la Reina Roja y otros personajes-piezas que ella se dará cuenta de la situación. “Es un gran juego de ajedrez el que está siendo jugado –a través de todo el mundo, si es que este es realmente el mundo. Oh! Qué divertido! Cómo quisiera ser uno de ellos! No me importaría ser un peón con tal de unírmeles! Claro que, por supuesto, me gustaría ser una de las Reinas..”, dice Alicia.
Alicia se ve así convertida en una pieza del juego de Carroll –el autor del texto-, también el del gran juego de ajedrez vivo que se jugaba en las cortes reales en el siglo XV, al que remite el texto, y también, figurativamente, del ajedrez cuyo juego tiene lugar, metafóricamente, en el mundo y del cual todos finalmente somos piezas. Carroll indica igualmente en el Prefacio que Alicia puede ganar la partida en once jugadas y da allí la notación del juego al lector, desafiándolo a tratar de jugar él mismo en el rol de Alicia.