A menudo se ha comparado el Go con el ajedrez, conectando al primero con la mentalidad oriental y el segundo con la occidental. El Go, que comienza con el tablero vacío, se focaliza en crear algo de la nada y se esmera en ganar múltiples, simultáneas, pequeñas batallas. En el ajedrez, por el contrario, las fuerzas están ya expuestas frente a frente y predeterminadas. Por otra parte, el Go trata con múltiples piezas anónimas e individualmente no significativas mientras que, en el ajedrez, la jerarquía de las piezas (rey, caballeros, peones), es central y el objetivo final es matar a la pieza más poderosa: el rey. Gilles Deleuze y Felix Guattari comparan Go y ajedrez en su libro Mil mesetas: “Comparemos la máquina de guerra y el aparato del estado a partir de la teoría de los juegos: confrontemos al Go y al ajedrez desde el punto de vista de sus piezas, y de los espacios desplegados en ambos juegos. El ajedrez es un juego de Estado o de corte. Sus piezas están codificadas en sus jerarquías, sus posibilidades de movimiento y sus situaciones. Cada pieza es un sujeto de Estado al que se le arroga un determinado poder. El Go, por el contrario, se constituye a partir de unidades anónimas, colectivas, sin propiedades intrínsecas, sólo situacionales. Las piezas del Go se mueven en nébulas o constelaciones buscando bordear, encerrar, asfixiar al adversario”.